Este de hoy le va a gustar a más de uno y de una. Dedicado a todos los que están con la operación post-turrón, la pre-verano, el DNI electrónico o cualquier otro trámite con la administración pública. Porque no me diréis que al que más o al que menos no os ha tocado hacer escaleras y pasillos buscando la ventanilla tal, el impreso cual o la resolución equis. ¿O no?
La saga Rocky puede ser mejor o peor, pero nadie puede negar que no se ha convertido en un clásico de la superación personal, del sacrificio,... al menos cuando escucho esta canción siempre se me ponen los pelos de punta, algo se mueve, sin entrar en la calidad de la película, porque de todas las películas de la saga Rocky y, en general, de cualquier película de boxeo, sólo se salvaría Rocky Balboa y Cinderella Man, y más por el trasfondo social o personal que por la propia acción en sí. Sin ir más lejos, aún recuerdo lo planchado que me quedé cuando vi en el cine Ali, interpretada por Will Smith (posiblemente una de sus peores películas).
Pero a lo que vamos, que llega el verano y es el momento. ¿Quién se me une?
PD Estoy añadiendo enlaces a vuestros blogs, si os echais en falta o detectais algún problema, por favor, hacérmelo saber.
Ante todo muchas gracias por volver a recibirme tan calurosamente.
Algunos ya nos conocíamos, y otros nos vamos a empezar a conocer. Los que me conocen saben que no suelo contestar los comentarios salvo por alusiones, y normalmente lo hago vía email o en su bitácora. Sin embargo, esto no supone que no me interesen, ni muchísimo menos, leo atentamente todos y cada uno de ellos, y me alegro -como creo que nos pasa a todos- cuando alguien tiene unos momentos para dedicarme una inquietud, aunque sea discrepando, siempre desde el respeto y la educación. Por eso, gracias de nuevo.
En clave de humor.
Como la oveja del vídeo, ¿no te ha ocurrido que te sientes fuera de lugar? Te miras al espejo y dices, ¡eh, si morfológicamente soy igual que esos otros! ¿por qué entonces no tengo la misma filosofía de vida?
Tal vez, al igual que la oveja, el rebaño me rehuye porque tengo una máscara puesta. O tal vez sea a la inversa, al ser claro y directo me quito la careta y toda la manada, con sus máscaras venecianas cual baile de carnaval, se asustan de conocer la verdad, porque seamos sinceros -sí, alguna vez no lo soy tanto-, la mayoría preferimos vivir en nuestra mentira que enfrentarnos a una verdad cuando esta no es de nuestra conveniencia.
¿Resulta pues un problema de mi forma de ver las cosas o el problema lo tienen otros? No lo sé, pero en realidad resulta bastante solitario ir siempre con la verdad por delante, aunque sea con toda la buena intención, ¿no crees?
Y, si no, que se lo pregunten a la pobre oveja...
Feliz año a todos, he vuelto. No me preguntes por qué me fui, simplemente ocurrió, así como sin más he querido volver a escribir.
Empecé este artículo hablando de lo típico de lo que se habla en estas fechas, que si declaración de intenciones, que si balance de lo bueno y malo, que diría Mecano, pero la realidad es que ese no es mi estilo, ya irá surgiendo.
No, hoy el cuerpo me pedía reafirmarme, recordar por qué comencé a trabajar en lo que trabajo y cómo, a lo largo de los años, se ha ido diluyendo por todo lo que no es propiamente mi trabajo: ambiciones, reglas absurdas, abusos de poder,... Hoy necesito saber que lo que hago vale para algo, que tiene sentido jugarse la vida y, mira tú por dónde, me he encontrado con esta canción de U2, The saints are coming, que se traduciría algo así como vienen los santos, y que termina con una señal que pone not as seen on tv, es decir, no es como se ve en la televisión. Las imágenes que salen son reales, es Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina.
No seré yo quien hable maravillas de los ejércitos, ni diré que todos trabajamos a destajo, nada más lejos de la realidad (algunos trabajamos por todos los demás), soy el primero que desearía que no hubiese guerras, así trabajaría menos, ¿no crees?, pero la realidad es que en los años que llevo trabajando nunca he disparado una sola bala contra nadie y, sin embargo, desde el maremoto de Indonesia hasta el terremoto de Bam en Irán, pasando por los campos de refugiados de Darfur, en Sudán, las pateras de Mauritania o la guerra de los Balcanes, por poner algunos ejemplos, siempre hemos estado allí, intentando ayudar, o al menos eso quiero creer. No tiene sentido soportar todo lo demás si fuese de otra manera. La pregunta es, ¿hasta cuándo aguantaré a una sociedad egoísta que no entiende nuestro esfuerzo, hasta cuándo soportaré a unos jefes que aún creen que somos Tercios de Flandes?
En fin, hoy necesitaba algo de autoafirmación, y creo que la he encontrado. Y, de paso, he tenido una excusa para volver por aquí, a pesar de que ya aviso, vuelvo más irónico y ácido que nunca.
Lo dicho, feliz año.