Ante todo muchas gracias por volver a recibirme tan calurosamente.
Algunos ya nos conocíamos, y otros nos vamos a empezar a conocer. Los que me conocen saben que no suelo contestar los comentarios salvo por alusiones, y normalmente lo hago vía email o en su bitácora. Sin embargo, esto no supone que no me interesen, ni muchísimo menos, leo atentamente todos y cada uno de ellos, y me alegro -como creo que nos pasa a todos- cuando alguien tiene unos momentos para dedicarme una inquietud, aunque sea discrepando, siempre desde el respeto y la educación. Por eso, gracias de nuevo.
En clave de humor.
Como la oveja del vídeo, ¿no te ha ocurrido que te sientes fuera de lugar? Te miras al espejo y dices, ¡eh, si morfológicamente soy igual que esos otros! ¿por qué entonces no tengo la misma filosofía de vida?
Tal vez, al igual que la oveja, el rebaño me rehuye porque tengo una máscara puesta. O tal vez sea a la inversa, al ser claro y directo me quito la careta y toda la manada, con sus máscaras venecianas cual baile de carnaval, se asustan de conocer la verdad, porque seamos sinceros -sí, alguna vez no lo soy tanto-, la mayoría preferimos vivir en nuestra mentira que enfrentarnos a una verdad cuando esta no es de nuestra conveniencia.
¿Resulta pues un problema de mi forma de ver las cosas o el problema lo tienen otros? No lo sé, pero en realidad resulta bastante solitario ir siempre con la verdad por delante, aunque sea con toda la buena intención, ¿no crees?
Y, si no, que se lo pregunten a la pobre oveja...