Hala, que sí, que ya he votado. Que no hace falta que me sigais invitando a comer y a bailar con el dinero que pago todos los meses en impuestos. Que gracias a que me levanto a las seis y media de la mañana todos los días, vosotros podéis seguir con vuestro negocio.
Así que nada, ya podéis meteros por donde os quepan los coches con las musiquitas que me despiertan los sábados por la mañana, los mítines que dicen una cosa aquí y otra distinta en el pueblo de al lado, las banderitas, los espacios publicitarios y toda esa parafernalia.
Sí, ya he votado, he votado a la opción menos mala porque ningún partido con posibilidad de tener representación tiene por bandera mis principios. Pero no he votado en blanco, porque no quiero que mi voto se lo lleve el que gane. Tampoco quiero que un partido minoritario sea bisagra de nada y gobierne a 35 millones de españoles. Quiero unas elecciones con varias vueltas, como el modelo francés o el de Estados Unidos.
Pero te prometo que cuando estaba a punto de echar el voto a la urna, casi saco la papeleta para tirarla a la papelera.
¿Que mi voto cuenta? ya, claro.
Sí, ya he votado, he votado a la opción menos mala porque ningún partido con posibilidad de tener representación tiene por bandera mis principios. Pero no he votado en blanco, porque no quiero que mi voto se lo lleve el que gane. Tampoco quiero que un partido minoritario sea bisagra de nada y gobierne a 35 millones de españoles. Quiero unas elecciones con varias vueltas, como el modelo francés o el de Estados Unidos.
Pero te prometo que cuando estaba a punto de echar el voto a la urna, casi saco la papeleta para tirarla a la papelera.
¿Que mi voto cuenta? ya, claro.