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Tratado de la introversión de un extrovertido
sábado, 5 de mayo de 2007
A pesar del barniz de democracia en el que vivimos, estamos sometidos al poder de diversas maneras.

No me estoy refiriendo exclusivamente a la separación de poderes conceptual de Montesquieu, ni siquiera a esos nuevos poderes (principalmente los mass media), añadidos a los tres originales enunciados por los Ilustrados, en realidad hablo de cuaquier tipo de manifestación de poder, entendiendo poder como la capacidad de llevar a cabo la voluntad de uno, tal y como refleja la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

El poder viene impuesto. El César era un Dios, los reyes absolutistas lo eran por la gracia de Dios y algunos personajes actuales se creen dioses. En realidad, no hemos progresado casi nada, la relación causa-efecto es la misma, pero lo que varía es el planteamiento. Pero como te decía, el poder se impone, y se lleva a cabo a través del miedo: la gente obedece a alguien poderoso por miedo, y tenemos el ejemplo de los dictadores totalitaristas del siglo XX, sin ir más lejos: Mao, Pol Pot, Kim Il Sung, Saddam Hussein, Mussolini, Hitler, Franco,... de todos los colores y condiciones, puesto que las dictaduras no entienden de derechas ni de izquierdas. Ni siquiera las dictaduras mediáticas.

El poder se retroalimenta, el poder tiene hambre de poder, y nunca se colman sus necesidades. Pero, sin embargo, existe otro tipo de poder, llamado autoridad. La diferencia elemental radica en que la autoridad es un poder de sentido ascendente, es decir, se nos concede por nuestros subordinados, donde subordinado es aquella persona sobre la que ejercemos nuestro poder (un empleado, un amigo, un amante), mientras que el poder como tal tiene sentido descendente, viene de lo más alto y no se considera que deban motivarse sus resoluciones.

La autoridad es concedida, el poder impuesto. La autoridad se basa en el respeto, el poder en el temor. La autoridad implica poder, pero el poder no implica autoridad y, el que no se lo crea, que mire lo que les ocurrió a los reyes franceses del siglo XVIII.

Para los que estamos sometidos a un sistema autoritario y basado en el pensamiento único, estos conceptos pasan a un plano de mayor relevancia. Sin embargo, todos tenemos algo que sacar de estas líneas, puesto que el desarrollo del poder no sólo se da en las relaciones políticas, económicas o laborales, sino también en las relaciones sociales, afectivas y emocionales.

De todas maneras creo que el secreto para conseguir autoridad se resumiría en una sola palabra: empatía.

¿Qué opinas?
 
posted by Sam at 3:34 a. m. |


4 Comments:


At sáb may 05, 11:04:00 a. m., Anonymous Anónimo

que el mundo necesita una dosis de nietzsche.

 

At sáb may 05, 11:34:00 a. m., Anonymous Anónimo

No acabo de ver la relación de la autoridad con la empatía...pero en lo demás creo que estoy de acuerdo contigo.
Odio a quienes imponen el poder por la fuerza, porque no han sabido ganar el respeto de los demás, pero desgraciadamante hay mucho de eso!!
También me apunto a lo de Nietzsche que dice Monella!!
Saludos!!

 

At lun may 07, 02:33:00 p. m., Anonymous Anónimo

Creo que tienes razón cuando dices que la gente obecede al poderoso por miedo. Parece ser que nos va a proteger más un ser aparentemente poderoso... y puede que no sea así...

Nos leemos!

 

At mar may 08, 04:10:00 a. m., Anonymous Anónimo

tanto vale el trabajo y la pareja tienen empatia sin ello, No habria sexo vale el mejor empleo y el mejor hombre necesita unas dosis de miagra porque las mujeres tenemos empatia y somos mas sexualmente activas en el sexo hay autoridad y poder en el trabajo, empleamos el sexo para escalar todo vale hombre.