Uno es un miedo racional, el que despiertan en mí por ejemplo las serpientes: sé que algunas son venenosas, otras muerden y emponzoñan, siempre sigilosas, siempre atacando a traición y a la altura del tobillo. Sé cómo se comportan, por lo tanto es un miedo racional, me dan miedo porque sé que pueden dañarme. Como las personas. Una vez, cuando era pequeño, escalando una pared montañosa apoyé la mano en un saliente y estuve a punto de ser mordido por una serpiente. En otra ocasión, diez años después, estaba recogiendo plantas medicinales y una víbora enorme enroscada estuvo a punto de morder a una amiga que venía conmigo; por fortuna la vi a tiempo y evité que la pisara. Viendo la distribución temporal, creo que el siguiente encuentro con una serpiente debería ser... ¡joder, este año!. Me he quedado de piedra, os prometo que no pensaba que éste iba a ser el resultado cuando he empezado a escribir.
Bueno, después de cinco minutos de quedarme pensando, puedo seguir escribiendo.
Luego tengo otro miedo, el irracional. Este es el que de verdad me preocupa, porque es lo que auténticamente me aterroriza. Sólo hay dos cosas que me paralicen: el miedo al fracaso y el miedo a la soledad. El fracaso en un concepto amplio, puede ser un fracaso de algo que me proponga, o fallarle a alguien que me importe, incluso cuando esa persona no le dé mayor importancia. La autoexigencia, somos nuestro peor juez. Y la soledad. Me da igual estar rodeado de miles de personas, la soledad es una sensación interna y yo soy una persona que necesita sentirse lleno por dentro. Me estremece pensar que no encuentre a alguien que me haga sentir comprendido, a pesar de toda mi autosuficiencia e independencia. Sí, vale, puedo ir engañándome actuando sin pensar, creyéndome útil, peleando por causas que se suponen dignas,... pero la realidad es que tal vez no deja de ser una forma de evitar pensar en ello.
Para ser sincero, estoy mentalmente agotado: estos dos miedos, el fracaso y la soledad, me golpean el cerebro constantemente. De acuerdo que me hacen superarme, mejorarme, pero ¿para qué? ¿hasta cuándo? ¿merecerá la pena? Uf, yo que sé. Sólo tengo claro que para vencer mis miedos irracionales tengo que enfrentarme a mis termores racionales, no puedo luchar contra la soledad si no encuentro una persona que no me dañe, creo que tiene algo de sentido.
Todo tiene tanto sentido, y a la vez tan poco... Yo sólo quiero descansar un poco, luego sigo peleando, pero déjame dormir sólo un ratito, sólo cinco minutos...