Esta frase me pareció tremendamente existencialista, y llevo dándole vueltas desde hace dos días sobre mi precipicio habitual, como aquel Hombre sobre un mar de nubes que el alemán David Friedrich pintara ya hace doscientos años. Este cuadro siempre me ha inspirado. No entiendo demasiado de arte, creo que tampoco se tiene por qué saber de todo, de lo único que tenemos obligación es de aprender y preguntar cuando no sabemos, pero nadie puede exigirnos que lo conozcamos todo en todos los campos y, en mi caso, soy bastante inculto en temas artísticos. Sin embargo, no necesito licenciarme en artes para saber cuándo una obra de arte me captura, me gusta, me atrae... me representa.
A menudo vivimos pensando en mañana y, cuando llega el mañana, pensamos en el ayer. Dicho de otra manera, nunca disfrutamos del hoy, aunque no te confundas, soy un total enemigo de los seguidores del carpe diem, pues pienso que se puede disfrutar del hoy colaborando en algo más grande que perdure más allá del ocaso diario. Con otras palabras, creo que la filosofía del carpe diem es absolutamente egoísta y descomprometida, y ya sabes que esas dos características y yo nos llevamos bastante mal.
¿Por qué vivimos entonces?... no, la pregunta es ¿para qué vives? ¿hay algo que te haga levantarte cada día? Creo que, sin cambiaramos un poco el chip, seríamos capaces de entender que haya gente que sea capaz de dar su vida por otros, que se sacrifique por los demás, que prefieran morir por algo que vivir para nada. Misioneros, voluntarios, (algunos) militares,... todos ellos dejan todo para intentar conseguir algo. Lo peor es que muchos aún se permiten la licencia de criticarlos desde el sofá de su casa, o la silla de la cafetería.
¿Y tú qué me dices? ¿prefieres vivir por nada o morir por algo?