Hoy pongo el punto y seguido a este blog con un último post en el 2006. Con esto quiero desearos a todos una feliz sacada y metida de año, sí, incluso a ti mi lector anónimo.
Sé que es muy complicado que en algún momento este blog vuelva a ser lo que era, no bajo este dominio, no bajo este nombre, pero de alguna manera -de alguna manera muy irregular, por cierto- trata de perpetuar aquel cuaderno de bitácora que tantos años me había acompañado y que tan trágicamente tuvo que ser cerrado. Las razones, para otro episodio.
En realidad no sé si quiero que esta bitácora llegue al mismo nivel que la otra, porque era tan célebre y había creado tantos y tantos vínculos con gente de todo el mundo que muchas veces condicionaba mi creatividad por culpa del condenado "qué pensarán de mí". Ahora puedo escribir con libertad, ya que poca gente conocida sabe qué cara se encuentra tras estas líneas y, lo más importante, ninguno de "ellos" podrá limitar de nuevo mi libertad de expresión.
Le debo una disculpa a los cientos de lectores de la anterior etapa, por no haberme despedido, por haber recogido el circo sin hacer una última función, por acabar el concierto sin tan siquiera un bis. Aprovecho este momento para disculparme, ante la imposiblidad de ir uno por uno buscándoles casi un año después. Al menos, si algún día alguien me echa en cara, y con razón, que me fui de sus vidas al igual que entré, podré mostrarle este artículo de hoy y explicarle el por qué fui obligado a hacerlo.
En fin amigo lector, hoy quería escribir algo sobre la sensibilidad, sobre los guapos y los feos, sobre la forma de conseguir las cosas en la vida y sobre lo que surgiese, pero creo que voy a poner el rótulo de "fin" a mi creación literaria del 2006.
Espero que el 2007 me traiga muchos cambios, y espero que sean todos ellos buenos, que ya va tocando un añito exclusivamente de sonrisas. Así que mis mejores deseos para ti también, estés donde estés.
