Mi máxima, vive y deja vivir, porque respeto el principio de la empatía, el derecho a tener derechos y el deber de reconocer el derecho ajeno. Sin embargo, no siempre consigo vencer a esa predisposición genética, no siempre puedo anular esa lado negativo.
En palabras llanas, es la disyuntiva del héroe. Todo héroe pasa por un momento, a lo largo de su vida, en el que duda: duda si merece la pena, duda en escoger el camino fácil, duda de su propia capacidad. Esta disyuntiva del héroe no la he inventado yo, y tiene muchos reflejos en la literatura, la gran pantalla: Jesucristo en el desierto, Anakin Skywalker y su transformación al lado oscuro, Spiderman con el traje alienígena es tentado por el poder en estado puro, ... son sólo algunos ejemplos de esta eterna lucha tan arraigada en la cultura humana.
Yo no soy un héroe, pero también siento como, a veces, el esfuerzo no es recompensado y, como si una capa de odio hacia todo me imbuyera, me encuentro bajo la tentación de tomar el camino fácil. No soy una ONG, aunque muchas veces actúe como tal.
El problema de ese camino es que, una vez que se toma, resulta tremendamente complicado recuperar la senda correcta. Es por eso que lo bueno es bueno, porque escasea.